Re/cuento en Khorasan, de Amadeo Gravino. |
PALABRAS DE SUSANA LAMAISON EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
Re/cuento en Khorasan atrapa desde el
título. Se trata de una obra poética singular con una estructura
diferente. Está conformada por 15 apartados de despareja brevedad, en
donde el autor, hábil hombre de teatro, juega con el diálogo entre
figuras grandiosas de la literatura y el arte en general.
En esta obra la presencia de la barra inclinada, el guión y la
bastardilla resignifican el signo lingüístico, lo enriquecen y permiten
que nuestra imaginación vuele estimulada por el incentivo que el autor
propone.
“Recuento” significa volver a relatar, narrar, contar, pero también
“recuento” es un inventario, la comprobación del número de personas o
cosas que forman un conjunto.
¿Por qué Khorasan? Khorasan, también llamada Jorasan o Jurasan, es
una de las 30 provincias de Irán, ubicada en el NE, limítrofe de
Turkmenistán y Afganistán, famosa por sus caballos, por sus alfombras y
por los cultivos de azafrán. Su nombre significa “donde el sol nace” y
he ahí la primera afinidad con el contenido de estos poemas en prosa. En
ellos está la luz que es la sabiduría del hombre que se enfrenta con la
muerte y le echa una mirada evocadora a su pasado por el que transitan
madre, padre, mujeres, amigos, vivencias, lugares, gustos, aficiones.
Aparece el hombre en soledad enfrentado a Dios, que camina hacia un
final, “sin mina fiel ni madre que lo abrace”.
Khorasan en su larga historia ha conocido múltiples conquistadores:
persas, griegos, árabes y turcos, entre otros, y ahí, la segunda razón
del título, porque esta obra tiene la magia de las literaturas persa y
árabe, de las que aprendimos tanto el arte de narrar como el de aplicar
la mirada detenida que toda buena descripción demanda.
Tampoco es casual que Khorasan fuera la ciudad natal de Ferdowsi, autor de Schah-Nameh, uno
de los más importantes monumentos de la literatura persa. Había sido
conquistada por Mahmoud en 1037 y entregada a su hijo Masoud, por su
afición a las letras y por su protección a los poetas. Obviamente desde
el enunciado inicial subyace el culto a las letras y a los poetas, que
Amadeo ejerce en su vida y en este espacio del Café Literario “Antonio
Aliberti”.
“En este lugar el aire flota, como música, como humo; a veces golpea con puños de tormenta; el aire: libro cargado de presencias.”
El lugar que como él dice es casa de Dios, casa del Sol: “espejo
donde el mundo se mira y el pájaro eterno que canta sigue enseñándonos, a
pesar de todo, cómo subir al cielo”.
Dice Gravino: “este rincón engendra voces que nos descifran”.
No encuentro que en otras obras de Amadeo sea tan amplia la
enunciación directa o indirecta de escritores argentinos y universales,
así: Nalé Roxlo, Fernández Moreno, Cortázar, Carriego, Borges, Homero
Manzi, y Neruda, César Vallejo, Cervantes, Quevedo, Juan Ramón Jiménez, y
Poe, Kafka, Baudelaire, Rimbaud, Hölderlin, Novalis, Georg Trakl, Dylan
Thomas, Ray Bardbury, Raymond Chandler.
También de compositores e intérpretes: Bach, Mozart, Haëndel, Malher,
Canaro, Gardel, Goyeneche, Louis Amstrong, Charlie Parker, Julio
Iglesias, Fabiana Cantilo.
Y de pintores: Rafael, Botticelli, Modigliani, Fra Angelico, Rubens,
Tiziano, Degas, Van Gogh, Chagall, Héctor Basaldua. Como de hombres del
cine: Chaplin, Fellini.
E igual que en Postales de la Memoria aparecen los productos
y las marcas de uso frecuente. Así, el caldo Knorr, el desodorante
Rexona, la pomada Cobra, el jabón Odex, y el detergente Cierto, la
virulana, y en el orden de las bebidas , la Coca Cola, el Cepita de Uva,
el Fernet Branca, la caña Mariposa, y después, el Geniol.
Este Recuento nos habla de la amplitud de conocimientos de
Amadeo, de sus gustos literarios y musicales, de sus temáticas, y –
aunque no es el propósito de estas palabras – se podría hacer un
entrelazado de hilos que unieran a estas figuras, por una u otra razón,
por una u otra pasión o problemática y, en medio de esa urdimbre,
encontraríamos a Amadeo hombre, autor y poeta, desenmascarado, desnudo
de toda vestidura, real, auténtico, genuino, palpable.
Los grandes personajes se transpolan, circulan, entran y salen de la
escena, dialogan, reflexionan, conjeturan, son todos y uno mismo, y son
el mismo Gravino que se muestra y que dice a través de otras voces que
él ficcionaliza en encuentros desiguales, contradictorios, anacrónicos.
Khorasan es Iguazú, Asunción, Buenos Aires, Cañuelas, Montserrat…El
lugar donde los seres que son él mismo se cuestionan, plantean sus dudas
y buscan su respuesta.
Como en la vidriera de los cambalaches o como en los cristales
multicolores de un caleidoscopio aparecen el bandoneón y la cantina, la
ginebra y el licor, la plaza, la calesita y el circo, los violines, el
lamé y la muselina, los autitos chocadores y las hamacas voladoras,
candelabros y latas, el cuaderno y las pinturitas, los caracoles y la
arena, jirafas y elefantes, el malvón y la madreselva.
La estructura sintáctica es clarísima, compleja y perfecta. Abundan
las oraciones unimembres exclamativas precedidas por interjecciones: ¡oh dulce azucarada! , ¡oh tierna figurita! El uso de vocativos, siempre en posición inicial: amigos míos, querida mía, querida; la adjetivación múltiple: calles desesperadas, locas, violentas calesitas; recuerdos anaranjados verdes y
un uso curioso del sustantivo modificado en forma directa por otro
sustantivo, como para ampliar el concepto y embellecerlo aún más: estrellas-prendedores,
pechos-confite, estrella-libertad, corazón-manteca, ojos- dulce de
leche, manos-palomas, mago-poeta, pétalos-olas.
Toda la obra es sumamente plástica; es plena de imágenes visuales y
de personificaciones que aparecen como manifestaciones de deseo de una
mente libre y soñadora y de un espíritu inquieto y andariego.
En ocasiones, la adjetivación es sinestésica y muy bella: el silencio verde y caliente del sol y, en otras, es audaz y provocativa: el cielo manso como una vaca azul.
Emplea el verbo con sentido iterativo, a veces: aletean aletean; o en progresión vuelan y suben. Utiliza la polisíndeton en enumeraciones: la ciudad de piedra y lobo y fuego; de jazmín y lana y rueda.
Hay reminiscencias orientales en este paralelismo: caricias de almíbar y recuerdos de nuez. Y algo de budismo en esta seriación de elementos de la naturaleza: agapantos, jazmines, sauces, juncos, achiras. Es la reserva edénica de la que habla Tallarico en Portales de la Memoria de AG.
Su poética es rica en personificaciones, comparaciones y paralelismos sintácticos, como:
El bar canta como un enjambre y refulge como espejismo.
Con piel de caballitos de mar y de gacelas.
No faltan los contrastes marcados: toro grande de porcelana bebe del río maripositas de espuma.
Son poemas haiku sus aseveraciones de En Cartagena y podrían resultar así:
Un gorrión canta/ despierta el Universo/en Cartagena.
En Cartagena/el tejedor de alfombras /dibuja el mundo.
Quisiera cerrar esta presentación con la lectura de las palabras de
Poe (8, 3, pág.31) y de Dante (11,6, pág.38), por la inmensa belleza de
sus descripciones, pero voy a parafrasear a Ferdowsi para decir de
Amadeo Gravino:
بناهاى آباد گردد خراب “Las edificaciones de la ciudad se deterioran
ز باران و از تابش آفتاب a causa de la lluvia y la luz del Sol”
پى افكندم از نظم كاخي بلند “Estoy agradecido a este gran palacio del verso
كه از باد و باران نيابد گزند ya que no puede ser vencido por el viento ni la lluvia”
نميرم از اين پس كه من زندهام “Yo no partiré cuando concluya mi vida
كه تخم سخن را پراكندهام permaneceré en la semilla de la lengua [persa].”
Susana Lamaison |
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