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lunes, 23 de abril de 2012

POESÍA DE INDAGACIÓN – CADA LUZ, de Alfredo Jorge Maxit, por César Cantoni

Cada luz, de Alfredo Jorge maxit


Dentro de su colección “Universo sur”, la editorial La Luna Que acaba de publicar “Cada luz”, nuevo poemario de Alfredo Jorge Maxit (Colón, Entre Ríos, 1942), autor que ha abordado también la narrativa, el ensayo y la crítica literaria. Ya la cita introductoria de Roberto Juarroz anticipa el propósito del libro: “Yo siento que el hombre sólo existe con referencia a algo que es mayor que él”. ¿Qué es ese algo indefinido e inaprehensible?, es la pregunta que anima la poesía de Maxit; poesía que se yergue ante al misterio como instrumento de asedio e indagación, no para obtener explicaciones ni develar verdades absolutas, sino apenas para conquistar –en palabras de Rafael Felipe Oteriño, tomadas del prólogo– “zonas de inteligibilidad allí donde hierba, alas, sol, pájaro tienen su dominio y la mente persigue las ondas del sentido”.
Alfredo Jorge maxit
No es extraño que Maxit, debido a su formación cultural, incluya en “Cada luz” numerosas referencias bíblicas, a partir de las cuales, a la vez que interpela a la naturaleza humana, intenta acercarse a la significación de lo creado. Precisamente, el poema inicial se remonta hasta el Génesis y “la pareja efímera”, como llama el autor a Adán y Eva, quienes, tras desobedecer a Dios y comer del “árbol del saber”, no se hicieron más sabios, sino sólo capaces de discernir el bien del mal. Pero la visión de Maxit acerca de la realidad es menos dogmática que cuestionadora. Así, en su búsqueda cognitiva, los poemas de “Cada luz” describen una especie de contrapunto o movimiento pendular entre la razón cosmológica y el relato religioso; vale decir, entre el orden celeste (“las mortales estrellas”) y el orden celestial (“el más allá del horizonte”).

Hay en el libro, sin embargo, un sesgo de gratuidad materialista que se evidencia en el poema “Cosas”: “Cosas son las cosas/ cuchara, lápiz// los seres/ roca, perro, árbol,/ hombre o mujer,/ oh cosa.// Cosas extendidas/ desierto, mar, noche.// Cosa la vida, la muerte/ como si tal cosa”. Más adelante, coincidiendo con lo expresado en estos versos, otro poema hace alusión a “la gratuita razón de los seres”, que no consiguen ver “más allá de las estrellas” y sienten un “Extraño regusto de lo Otro”. Con todo, Maxit no se resigna a aceptar solamente lo que los ojos le revelan y quiere ver –volviendo a citar a Oteriño– “más hondo y más lejos”, aun a sabiendas de que “la luz de la palabra” y “las pródigas imágenes” poéticas no serán suficientes para alcanzar su cometido: nombrar lo innombrable. Está claro que las limitaciones del poeta son, en este sentido, las de la condición humana misma para representarse aquello que la excede con otras figuras que no sean las terrenales, como puede apreciarse en “Semejanzas”: “El reino de los cielos se parece/ –decía el sembrador de la palabra–/ a las bodas de un hijo/ a un hombre que sale de viaje/ al grano de mostaza que llega/ a dar mucha sombra.// …// El reino de los cielos se parece/ a la tierra”.
“Cada luz” –puntualmente en el poema que lleva este título– se refiere a la luz de cada día, luz amable y bienhechora, que, sin embargo, como parte inescindible del misterio universal, devela y oculta al mismo tiempo. De igual modo, los versos de Maxit, epigramáticos y de carácter metafórico, “comparten…/ la voz con el silencio”, dicen y callan a la vez, a la espera de la intuitiva complicidad de los lectores.
César Cantoni
César Cantoni
La Plata, octubre de 2011

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